viernes, 25 de febrero de 2011

Ciencia casera en un laboratorio mental

Si consideramos:

1. Un objeto cualquiera, como mi ordenador portátil (o sea, los átomos que lo componen), con diferentes situaciones según el tiempo (hoy está encima de la mesa, ayer en la cama, hace 4 años eran piezas, hace 10 eran materia prima, etc.)

2. El tiempo como la cuarta dimensión (no tengo ni idea de si lo es, creo recordar que Einstein llamaba a la cuarta dimensión el espaciotiempo, pero Einstein sabía de lo que hablaba, y yo solo estoy jugando con ideas).

Se puede llegar a la conclusión de que, lo que en el presente vemos que es el ordenador, es una proyección tridimensional instantánea, de un conjunto de átomos que no son solo en ese instante, sino que son en el pasado y son en el futuro. Es decir, lo que vemos en un instante cualquiera, por ejemplo en "ahora", es una parte de lo que el ordenador es. Es la "sección" presente, de lo que el ordenador es en el tiempo.

Es el mismo principio que cuando imprimes tu huella dactilar. Si las líneas de mi dedo son tridimensionales, ¿cómo consiguen, mediante un sencillo mecanismo, volverse bidimensionales? La huella es una proyección en 2D de un objeto en 3D (mi dedo), de la misma manera que el-ordenador-ahora es una proyección tridimensional concreta del concepto tetradimensional el-ordenador-cuando-sea (para t=ahora).

Todo esto me recuerda a esas secuencias de imágenes dibujadas en un cuaderno, de tal forma que al ir pasando rápido las páginas se ve, por ejemplo, una pelota botando. La pelota, en 3D, sería esa especie de cilindro en zig-zag que conforman los sucesivos dibujos de la pelota en cada página. La pelota, en 2D, como tal, no existe. Para hablar de la pelota en 2D hay que hablar de "la-pelota-en-tal-página", que equivaldría a lo de "mi-ordenador-ahora".

El tiempo crea esa ilusión, como la del cuaderno. Como solo pasan las páginas hacia un lado en el universo, parece que los instantes anteriores ya no están. Pero en realidad sí que están, a solamente unos segundos de distancia hacia atrás, a lo largo de la cuarta dimensión. Una distancia insalvable para la ciencia, en teoría, porque avanzamos por el tiempo, inevitablemente, a un segundo por segundo.

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domingo, 6 de febrero de 2011